Cuidar adecuadamente un mesón de cuarzo blanco es fundamental para mantener su belleza y funcionalidad a lo largo del tiempo. Aunque el cuarzo es conocido por su durabilidad, con una dureza en la escala de Mohs de alrededor de 7, lo que lo hace resistente a los arañazos, hay ciertas prácticas que aseguran su mantenimiento óptimo.
El primer cuidado esencial es la limpieza diaria. Uso un paño suave y detergente suave para limpiar la superficie. Algunas personas piensan que el uso de productos abrasivos es recomendable, pero esto es un mito. Incluso el cuarzo, aunque resistente, puede dañarse con limpiadores demasiado agresivos, lo que reduce su longevidad y brillo. Por eso, evito productos que contengan lejía o amoníaco. Puedo citar el consejo de expertos en decoración: limpiar inmediatamente cualquier derrame para evitar manchas permanentes.
En cuanto a la resistencia al calor, es cierto que el cuarzo puede tolerar temperaturas moderadas hasta 150 grados Celsius. Sin embargo, prefiero no experimentar dejando ollas calientes directamente sobre él. Uso siempre salvamanteles o bandejas para proteger la superficie. Con la cantidad de vajilla caliente y utensilios de cocina que pasan por el mesón cada cena familiar o evento, no quiero arriesgarme a provocar un choque térmico, especialmente porque la reparación puede ser costosa.
Además, como alguien que disfruta de preparar todo tipo de recetas, entiendo que la superficie de cuarzo no es el lugar ideal para cortar. A pesar de su dureza, el uso de cuchillos directamente sobre la mesada puede ocasionar microengañitos en el sellado del material, lo que, con el tiempo, podría comprometer tanto la apariencia como la integridad del mesón. Por lo tanto, siempre uso tablas de cortar.
Los productos químicos y su efecto: ¿qué tipo de sustancias evitar? Según estudios en la industria de la construcción, los ácidos fuertes como el vinagre y los agentes de limpieza para pisos que contienen un pH demasiado bajo pueden opacar el brillo del mesón. Prefiero soluciones con pH neutral, ya que esto no solo alarga la vida útil del mesón, sino que también conserva su apariencia pulcra casi como cuando salió de la fábrica.
En conclusión, sigo un mantenimiento regular. Dos o tres veces al año, utilizo un sellador especializado para cuarzo, que compro en tiendas especializadas en bricolaje. La aplicación correcta de este producto asegura que el mesón siga siendo repelente a manchas y agentes dañinos. Aunque a veces pueda parecer innecesario, este pequeño esfuerzo garantiza que mi inversión en un mesón de cuarzo conserve su valor estético y práctico año tras año.